Un buen libro, acompañado de un mejor café. Mil y una historias. Batallas de gigantes y no tan gigantes, cuentos de hadas y de ogros, cada uno tan hermoso.
Una historia, el arte de enamorarse de las letras, dicen. O enamorarse de personas que lo dicen todo sin pronunciar palabra. De esos gestos de añoranza que gritan las miradas, titubeos que no dicen nada y dicen todo, esos hoyuelos tan propios de cada uno cuando lanzan una sonrisa, esa manera de arrugar la nariz que tienen unos, o esa manera de fruncir el ceño por un cabreo que tienen otros. Hay quienes se enamoran de estas cosas y prefieren todo esto antes que mil palabras; los gestos no mienten. Y quienes se buscan en otros para encontrarse. O encontrar a alguien que les esté buscando. Me incluyo.
Nadaría en ochocientas miradas, me colgaría en quinientas sonrisas, exploraría diez mil hoyuelos.
Pero al final, siempre terminarías siendo tú.
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